Aunque en México no existió una monarquía a excepción del breve paso del emperador Maximiliano de Hasburgo y Carlota, si han existido royals ligados al país que poseen sangre mexicana en sus venas.
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El Royal con sangre mexicana que conquistó a la realeza de Mónaco
Es el caso de la realeza de Mónaco, en la cual surgieron vínculos con México con la unión de Susana de la Torre y Mier, quien pertenecía a una de las familias más acaudaladas de México, y conde Maxence de Polignac, con quien contrajo matrimonio el 8 de octubre de 1881 en Francia.
De esta unión nacieron ocho hijos: Javier, Ana, Maxence, Beltrán, Josefina, María Luisa, Raimunda y Pierre de Polignac, este último quedó maravillado con las pláticas sobre la tierra natal de su madre, quien le inculcó sus tradiciones mexicanas y que pasarían hasta sus hijos.
Mientras que en otra parte del mundo, en la realeza de Mónaco precisamente, una hija no reconocida del rey Luis II pasaría a convertirse en princesa al no haber ningún heredero al trono y al ser adoptada por la familia real.
Cuando su padre Luis II de Mónaco comenzó a envejecer, se mantuvo en la búsqueda de encontrarle esposo a su la princesa adoptiva para seguir con la dinastía Grimaldi, fue ahí que el joven Pierre de Polignac, hijo de la mexicana y el conde, apareció en sus vidas para conquistar el corazón de la princesa de Mónaco.
Sin embargo, este matrimonio tuvo de todo menos amor, ya que fue arreglado por Luis II y se celebró en 1920. A pesar de su inminente divorcio, la pareja tuvo dos hijos Antonieta y Rainiero. Al saber que ya había un heredero al trono de Mónaco, Luis II dejó que su hija se divorciara, por lo que ella se fue a vivir a Francia, dejando la mayor parte de la crianza de sus hijos a su ex esposo Pierre.
Pierre de Polignac se involucró plenamente con sus hijos y les enseño gran parte de la historia de México y las tradiciones que su mamá le contaba, es así que cuando su hijo Rainero III se convirtió en heredero del trono de Mónaco, no paraba de contar las anécdotas de su abuela acerca de México.
Por lo que en 1968 este miembro de la realeza, visitó el país con motivo de los Juegos Olímpicos que ese año se realizaron en México. Durante su estancia el príncipe de Mónaco se hospedó en casa de uno de sus primos hermanos en la capital del país, pero también visitó Mérida y Cuernavaca.
El príncipe Rainero III en múltiples ocaciones se le escuchó decir “por mis venas corre tequila” y protagonizó una de las historias de amor más bellas de la realeza, que involucran a la actriz Grace Kelly como eterna su amada.
La ganadora del Oscar, Grace Kelly y el príncipe Rainero III de Mónaco se conocieron 1954, cuando él visitaba Estados Unidos. En 1956 la pareja contrajo matrimonio en una celebración digna de cuento de hadas, ya que Grace pasó de ser una joven actriz de Hollywood que se terminó convirtiendo en la princesa de Mónaco.