Jueves 19 de Septiembre 2024
SALUD

Lepra, la antigua enfermedad que mató a miles y que hoy podría regenerar un hígado humano

Científicos sugieren que la bacteria asociada con la lepra puede reprogramar las células para aumentar el tamaño del hígado humano y regenerar los tejidos de este órgano vital.

Científicos descubren que las bacteria de la lepra podría regenerar el hígado humano. Créditos: Freepik
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La lepra es una de las enfermedades más antiguas y persistentes del mundo. Documentada desde tiempos bíblicos, esta infección ocasionaba que los pacientes se desfiguraran a tal grado que los enfermos eran exiliados a colonias aisladas a kilómetros de distancia y eventualmente abandonados a su suerte. Sin embargo, esta afección que alguna vez fue tan destructiva, hoy podría ser la clave para la regeneración del hígado humano

Una investigación de la Universidad de Edimburgo en colaboración con el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, descubrió que la bacteria Mycobacterium leprae, causante de la lepra, tiene el potencial de estimular el crecimiento y la regeneración del hígado en animales adultos sin ocasionar daños ni cicatrices.

Los científicos sugieren que estos parásitos pueden reprogramar las células para aumentar el tamaño del hígado humano, así como regenerar los tejidos de este órgano vital, reduciendo la necesidad de un trasplante, la única opción curativa para las personas con hígados enfermos en etapa terminal en la actualidad.

La respuesta está en la reprogramación celular 

En estudios previos, se había visto el crecimiento de hígados de ratones a través de técnicas invasivas que a menudo resultaban en cicatrización y el crecimiento de tumores. Por ello, para superar estos efectos dañinos, los investigadores de Edimburgo se basaron en la capacidad de repogramación celular parcial de la bacteria Mycobacterium leprae

En Baton Rouge, Luisiana, el equipo de científicos infectó a 57 armadillos (huésped natural de la bacteria de la lepra) con el parásito y comparó sus hígados con los de armadillos no infectados y con los que resultaron resistentes a infección.

Después de esta prueba descubrieron que los animales infectados desarrollaron hígados agrandados, pero sanos e ilesos, con los mismos componentes vitales, como vasos sanguíneos, conductos biliares y unidades funcionales conocidas como lóbulos, al igual que los armadillos no infectados y resistentes.

Según el estudio, publicado en Cell Reports Medicine, se cree que la bacteria "secuestró" la capacidad regenerativa inherente del hígado para aumentar el tamaño del órgano. También descubrieron varios indicadores de que los principales tipos de células hepáticas, conocidas como hepatocitos, habían alcanzado un estado "rejuvenecido" en los armadillos infectados.

Foto: iStock 

Hígado rejuvenecido 

Los investigadores también detallaron que los hígados de los armadillos infectados también contenían patrones de expresión génica, es decir, el modelo para construir una célula, similar a los de los animales más jóvenes y los hígados fetales humanos. 

Loa anterior significa que los genes relacionados con el metabolismo, el crecimiento y la proliferación celular se activaron y los relacionados con el envejecimiento se redujeron o suprimieron. Los científicos creen que esto se debe a que las bacterias reprogramaron las células hepáticas, devolviéndolas a la etapa anterior de las células progenitoras, que a su vez se convirtieron en nuevos hepatocitos y desarrollaron nuevos tejidos hepáticos.

Con estos hallazgos, el equipo de investigación tiene la esperanza de que el descubrimiento tenga el potencial de ayudar a desarrollar intervenciones para el envejecimiento y los hígados dañados en humanos. Cabe mencionar que las enfermedades del hígado actualmente provocan cerca de dos millones de muertes al año en todo el mundo. 

Foto: Gastrointestinal Society 

Breve historia de la lepra  

La primera vez que se reportó un caso de lepra fue hace más de 3000 años, en África y Asia. Se cree que llegó a Europa a través de los ejércitos de conquistadores de Alejandro Magno, alrededor del año 300 a.c, cuando asoló a Europa y Oriente Medio hasta aproximadamente el año 1870. 

También llamada la enfermedad de Hansen, la lepra en su momento se interpretó como una maldición de los dioses, castigo divino e incluso como una enfermedad hereditaria. No fue hasta 1837 que el médico noruego Gerhard Hansen vio el bacilo de la lepra bajo el microscopio y demostró que la lepra era una enfermedad infecciosa y no una maldición.

A pesar de este descubrimiento, los leprosos continuaron siendo tratados principalmente mediante el aislamiento en campamentos lejanos, sin que pudieran acercarse a las viviendas humanas establecidas. Además, durante este período, el hacinamiento, las malas condiciones sanitarias y la desnutrición, que padecía la mayoría de la población, contribuyeron a una alta incidencia de la lepra.  

Foto: Society of Saint Pius X 

¿Qué es la lepra? Síntomas y tratamiento 

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la lepra es una enfermedad infecciosa crónica causada por la bacteria Mycobacterium leprae, la cual se multiplica lentamente: el periodo de incubación en promedio es de cinco años. Los síntomas de la lepra pueden aparecer dentro del primer año, aunque también pueden tardar hasta 20 años o incluso más en manifestarse.

Esta infección afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa del tracto respiratorio superior y los ojos. Se transmite probablemente a través de las gotículas que se expulsan de la boca o la nariz, en el curso de contactos cercanos y frecuentes con personas que no han recibido tratamiento.

Si no se trata, la enfermedad podría causar daños progresivos y permanentes en la piel, los nervios, las extremidades y los ojos. Afortunadamente, hoy en día la lepra es curable y el tratamiento en sus primeras fases puede evitar la discapacidad. 

En 1981, la OMS recomendó la poliquimioterapia (PQT) como el tratamiento más efectivo contra la lepra, que en la actualidad consiste en tres fármacos: dapsona, rifampicina y clofazimina. Este régimen tiene una duración de seis meses en los casos paucibacilares y de 12 meses en los multibacilares. La PQT mata al patógeno y cura al paciente.

bnaj