La envidia nace al compararse con otros en cuestión de estilo de vida, economía y hasta en el físico. Esto hace que las personas se sientan menos, causando así sentimientos de tristeza y desdicha.
Sentir envidia es un claro ejemplo de desamor propio y desconfianza, pues, te hace creer que no eres suficiente o capaz de tener lo que la otra persona sí. Incluso hay quienes teniendo más cosas materiales son envidiosos por la felicidad de otros, pues, no son capaces de disfrutar su vida tal como es.
Te podría interesar
Estudios se han hecho para analizar este sentimiento, el cual, se intensifica a la edad madura de los 30 a los 39 años. Ese rango es una edad en que usualmente tenemos una vida más o menos hecha y bien asentada comparada con la edad temprana de los 20.
Después de los 30 nuestra vida comienza a tener más forma: tenemos trabajo fijo, muchos se casan y tienen hijos, poseen bienes materiales como carro propio y casa, lo cual, de acuerdo con la sociedad es igual a una vida “exitosa” y “feliz”. Pero ¿qué pasa cuando no es así?
¿Por qué sentimos envidia?
Las personas tienen a comprar su vida con otros y más hoy en día con las redes sociales, donde podemos estar “vigilando” cada uno de los movimientos de nuestros amigos de la escuela.
Las personas suben fotos del nuevo carro que se compraron, del día en que se independizaron, de la boda y cuán crecida esta su barriga de embarazadas. Y si no estamos en las mismas etapas, es ahí cuando comenzamos medir nuestro éxito con base en la vida de nuestros semejantes, cuando no debería de ser así.
Para contrarrestar este sentimiento enfermizo debemos de estar los caminos y procesos de todos son distintos, aunque tengamos la misma edad o hayamos estudiado la misma carrera. Todo llegará a su tiempo y no debemos sentirnos mal ni medir nuestra felicidad con base en la de otros.