El 7 de abril de 1994, en Bogotá, Colombia, Saúl siguió a Carmen Galán y a su hija Diana Marcela Caldas, de tan solo 6 años, cuando salieron de su departamento en el barrio La Soledad rumbo a la escuela de la menor. En la esquina de la calle 43 con carrera 21 A, el hombre las sorprendió con su arma y les disparó.
Diana Marcela murió al instante debido al tiro que recibió en su rostro. Carmen recibió otro impacto en su cabeza y quedó tendida en el suelo, pero no falleció. Fue trasladada de urgencias a la Clínica Palermo, donde ingresó con una herida que le causó muerte cerebral.
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Tras el ataque el sicario, un hombre de baja estatura, flaco y con pecas, huyó entre los matorrales; sin embargo dos policías lo persiguieron y fue arrestado.
Un millonario con dos familias
Diana Marcela Caldas era la hija más pequeña de José del Carmen Caldas Tunjo, un hombre con una fortuna calculada en 10 millones de dólares para 1992, cuando falleció por una afección hepática.
José era dueño de edificios, hoteles, cultivos y vendía oro; además era prestamista. Sin embargo, falleció a los 62 años, dejó cinco hijos con su primera esposa María Sonia González. Para el momento de su muerte, los cuatro hombres y la mujer de esa relación ya eran profesionales o estaban a punto de terminar sus estudios.
Sin embargo uno de sus hijos, Armando, comenzó a contrabandear diversos artículos hasta que un día fue detenido con estos productos llegando a Bucaramanga. José del Carmen le consiguió un abogado a su hijo; ahí conoció a Carmen Galán, quien trabajaba como secretaria y quien era al menos 30 años menor que él.
Ambos se enamoraron y empezaron una relación, la cual avanzó tanto que incluso se fueron a vivir en el barrio de La Soledad y dejó a su esposa Sonia, con quien llevaba más de 30 años de matrimonio.
El romance de José del Carmen no era aceptado por sus hijos de su primer matrimonio, sin embargo esta situación fue ignorada por el hombre. Se dedicó a viajar con su pareja hasta que en 1987 nació Diana Marcela, a quien le brindó todo lo necesario y más para que la pequeña viviera bien.
Asesino contratado
Saúl, el asesino de la menor, era un hombre que vivía en situación de calle. Debajo de un puente lo contrataron para asesinar a madre e hija; según el testimonio que dio a la policía.
El joven fue investigado y las autoridades descubrieron que tenía una relación con una joven llamada Mery, los policías arrestaron a los hermanos de Mery para ejercer presión sobre ella y que confesara lo que había cometido su novio.
Finalmente Mery entregó una tarjeta de presentación, la principal pista del crimen contra Diana Marcela. Al respaldo, esa tarjeta tenía unos números telefónicos y unos nombres borrosos que se convirtieron en la pista fundamental de la investigación y que los condujo hasta el hermano de la menor.
Hallan al culpable del crimen contra Diana Marcela
Tras la muerte de José del Carmen Caldas, la primera familia de este millonario empezó un trabajo de hostigamiento contra Carmen y Diana Marcela. Les quitaron todo y no podían recibir un peso de la herencia que les tocaba.
La hipótesis que planteó el fiscal sobre el crimen fue la pelea por la herencia. Para la sucesión de los bienes, las familias debían reunirse y los hijos mayores le ofrecieron a Carmen, representante legal de Diana Marcela, la casa donde vivía, una bodega y 70 millones en efectivo.
Arreglo que Carmen consideró insuficiente, pues eso apenas daba unos 350 millones y ella hacía cálculos de que a su hija le correspondían mínimo mil millones de pesos.
Con esa teoría más la información de Saúl, las autoridades capturaron a Iván Raúl Caldas González como autor intelectual de las muertes de su media hermana y la de Carmen.
Fue aprehendido en su casa del barrio Normandía cuando estaba en compañía de su esposa y sus hijos –un bebé recién nacido y una niña de 6 años–. La edad de esa menor era la misma que tenía la niña asesinada.
La condena
El juzgado penal 5 del circuito de Bogotá condenó a 60 años de prisión Iván Raúl Caldas como autor intelectual del crimen; a Óscar de Jesús Vallejo, Luis Alfonso Oliveros y Luis Crisanto Vásquez a esa misma pena, en calidad de coautores materiales, y a José Jairo Caldas con 50 años como cómplice de los asesinatos. Por su parte, Armando quedó en libertad por falta de pruebas en su contra.
Las condenas iniciales se redujeron a 40 años por un cambio en el Código Penal que los favoreció. Todos salieron de prisión hacia el 2010, pagando menos de 20 años por los crímenes.
Con información de El Tiempo.