El 31 de agosto, tras casi 20 años de guerra, las fuerzas militares de Estados Unidos por fin abandonaron Afganistán, y hoy el país vive su primer día sin los norteamericanos ni sus aliados, un hecho que los talibanes quieren capitalizar de manera política, por lo que se pasean por Kabul declarándose ganadores del conflicto, aunque en realidad se les viene una avalancha de problemas internos que deberán resolver.
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El Talibán recorrió el aeropuerto internacional de la capital y los líderes del grupo prometieron asegurar el país, reabrir el aeropuerto y dar una amnistía a sus antiguos rivales, según informa la agencia AP.
“Afganistán es libre por fin”, dijo a The Associated Press en la pista del aeropuerto Hekmatula Wasiq, un líder talibán.
“El lado militar y el civil (del aeropuerto) están con nosotros y bajo control. Esperamos anunciar nuestro gobierno. Todo es pacífico. Todo es seguro".
Wasiq instó a la gente a regresar al trabajo y reiteró la promesa talibán de ofrecer una amnistía general. “El pueblo debe ser paciente”, dijo. “Poco a poco devolveremos todo a la normalidad. Llevará tiempo”.
Los problemas de Afganistán
Poner el aeropuerto de nuevo en funcionamiento es uno de los desafíos que afronta el Talibán para gobernar un país de 38 millones de habitantes que durante dos décadas sobrevivió con miles de millones de dólares en ayuda extranjera.
El vocero del grupo, Zabihula Muyahid, habló en entrevista con la televisora estatal afgana sobre reanudar la actividad en el aeropuerto, que sigue siendo una vía crucial para los que quieren salir del país.
“Nuestro equipo técnico comprobará las necesidades técnicas y logísticas del aeropuerto”, dijo. “Si podemos arreglarlo todo por nuestra cuenta, no necesitaremos ayuda. Si hace falta ayuda técnica o logística para reparar la destrucción, entonces pediremos ayuda a Qatar o Turquía”.
Además, el Talibán enfrenta una serie de problemas en Afganistán: la mayoría de las divisas extranjeras del país están congeladas por Estados Unidos, el equipo médico sigue escaseando y miles de personas que huyeron del avance talibán viven en condiciones penosas.
Además, una fuerte sequía ha reducido la producción de alimentos en el país y hecho aún más importantes las importaciones, al tiempo que aumenta el riesgo de hambruna.
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CRS